Marrakech - ciudad de colores

Marrakech te envuelve en una capa mágica, que te llevará hacia la magia de nuestros ancestros. Hacia un mundo desconocido para nosotros hasta ahora...

Marrakech - L'enivrante
Marrakech - L'enivrante

Cuando uno vuela a Marrakech no es consciente del montón de sentimientos que van a florecer en su cuerpo, tanto buenos como no tan buenos. Cuando se informa a los pasajeros que proceden al aterrizaje en 20 minutos, lo primero que hay que hacer después de abrocharse el cinturón es mirar por la ventana, evidentemente, se disfruta más si es de día que de noche, pues se pueden distinguir las distintas siluetas de los edificios marroquíes. Una vez ha aterrizado el avión, lo primero que se siente es un golpe de calor (sobre todo en verano) pues la temperatura exterior acostumbra a ser elevada, y luego hay que pasar el control del pasaporte y tras un paseo alrededor de las cintas de maletas… ya se puede salir, con suerte, con un cartelito de que alguien te está esperando, sino siempre hay taxis y bus para ir al centro. En Marrakech lo ideal es alojarse en la Medina, al lado de la plaza “Jmaa le fna”, la famosa plaza de la ciudad, patrimonio de la humanidad. Es una fiesta cada día y cada noche. Hay que visitarla, ver el hombre de las serpientes, los monos, el hombre que cuenta cuentos, las mujeres que te hacen henna, los chiringuitos de zumo de naranja, y especialmente, los chiringuitos de comida. En la mayoría de stands te ponen el mismo tipo, pero hay uno que básicamente hace bocadillos con queso kiri, cebolla, patata, y algunos condimentos más… Para los más arriesgados, hay otro también que se distingue porque da cabeza de cordero (y cerebro)… Sino, la mayoría de stands te hacen couscous, tagine, tanjia, ensaladas… Hay que pasear por la plaza, pero la recomendación es llevar algún zapato cómodo que no sea chancleta, pues las piedras del suelo algunas están sueltas, y sobre todo en verano si vas en chanclas te arriesgas a que si pisas una, todo lo que hay debajo (un líquido negro) salte y se te quede en el pie. No es agradable. Marrakech tiene su encanto por sus distintas zonas, es genial estar toda una mañana o todo el día paseando por la Medina y empaparse de todos los colores y olores, pero si luego se quiere ver las zonas más ricas y más modernas hay que ir a “hivernage” y “Gueliz” (aquí es donde está el Mcdonalds, para los que después de 5 días necesiten comida menos marroquí).  Hivernage y Gueliz son dos zonas muy transitadas por franceses, y es ahí donde se puede encontrar buenos restaurantes para cenar con vino o tomar copas. Es una ciudad en la que hay que disfrutar de la gente, hay que dejarse llevar y si tenéis suerte de ir a alguna casa a visitar familiares, es toda una experiencia. No lo desaprovechéis. Para finalizar, Marrakech tiene la Koutoubia, la mezquita más importante de la ciudad, hay que hacerse una foto. Es un viaje que se recomienda tanto en pareja, con amigos o sólo, pero siempre hacerlo con la mentalidad abierta para que os sorprenda con las maravillas de la ciudad y de la gente, hay una magia que, si la encontráis, conseguirá enamoraros.

Mapa de Marrakech
Marruecos